19 de Abr de 2024

¿Y ahora cómo salimos de esta? (Parte IV, final): Con gobernantes que favorezcan el desarrollo económico)

“Los gobiernos son velas; el pueblo, el viento; el Estado, la nave, y el tiempo, el mar”.
Con tan bella frase del escritor alemán Ludwig Börne me gustaría terminar esta serie de artículos donde he intentado diseccionar cómo podremos salir de esta crisis. Ardua tarea, sin duda. Hemos visto qué pueden hacer los ciudadanos y empresas para generar empleo, así como qué no han de hacer los gobiernos para al menos no empeorar las cosas. En este último artículo, a modo de cierre, analizaré algunas palabras clave o keywords, que las llaman los yankis, para intentar arrojar algo de luz sobre cómo podrían nuestros gobernantes favorecer firmemente el desarrollo económico. Al toro:

Praxis. El gran filósofo griego Aristóteles dijo “No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico”. No le faltaba razón. En estos momentos es fundamental que los gobiernos sean, ante todo, prácticos. Desde luego, es normal encontrarse a gobernantes, más aun si acaban de llegar al poder, que intenten hacer todo aquello que siempre soñaban hacer cuando ganaran. Tal hecho, que quizás en otro momento podría estar bien, ahora se conforma como algo terrible. Hay obligatoriamente que priorizar entre lo importante y lo urgente. Es momento de lo urgente y sólo lo urgente, aunque nos duela. Cuando salgamos de esta habrá tiempo para lo importante, porque si no, igual ya luego ni importa…

Confianza. Por último, los gobiernos han de generar confianza. Sin confianza no hay inversiones, sin confianza no hay consumo, sin confianza no hay recuperación. Para empezar a generar esta confianza lo primero es que paguen lo que deben. Lo segundo es que actúen con paso firme y decidido, con un plan establecido, no a salto de mata. Y lo tercero es que acierten con las medidas. Casi ná. Pues en esas estamos.

Austeridad. La palabrita mágica de moda en boca de todos: “Hemos de ser más austeros”. Parece lógico, ¿verdad?. Lo “público” se ha quedado sin un duro, con lo que tiene las manos atadas para cualquier nueva acción, así que ahora no queda otra que recortar. Sin embargo, ¿cuál es el problema? Pues que no resulta nada fácil. Por un lado, se ha generado una sociedad tan dependiente del gasto público que si ahora se aminora el gasto agravaría aun más la crisis. Por otra parte, si se recorta en gasto corriente se generaría aun más despidos con el consecuente aumento del desempleo, entre otros problemas como el parón administrativo perjudicial para el funcionamiento del país. ¿Dónde está entonces la clave de la austeridad? Pues en recortar gastos innecesarios y superfluos, pero no las inversiones. Y de esto hay mucho, sin embargo, la propia clase política que ha tejido es la primera no interesada en realizarlo. Ahí está el quid.

Innovación. Los gobernantes han de guiarnos a una sociedad en que los sectores estratégicos sean los de la innovación y del desarrollo. Aquello del I+D, más I o cuantas letritas más se inventen. Seamos sinceros para “currelas” nos ganan los chinos de calle. y los que no son chinos. Debemos dar el paso definitivo a la sociedad del conocimiento y en esto tienen mucho que decir los poderes públicos, y mucho que hacer. Y no sólo sectores nuevos y sectores existentes pero con nuevos medios y nuevas técnicas para ser más productivos. Esto no quiere decir que no sigamos teniendo en cuenta sectores tradicionales, pero sin duda tenemos que despertar ya a los otros.

Desarrollo. Apoyar el talento emprendedor de los ciudadanos para favor el desarrollo económico debe ser la máxima prioridad de cualquier gobernante. Fomentar su capacidad de iniciativa y poner todos los medios necesarios a su disposición resulta en estos momentos, más que imprescindible, vital. Los gobiernos no pueden sostener una economía por sí solos: no pueden tener de empleados a todo el país. Por tanto, tienen que favorecer a quienes sí dan empleo a todos. Y nos guste más o nos guste menos, el trabajo lo dan los empresarios. Lamentablemente como siempre es muy fácil quedarse en la mera propaganda política vacía. Resulta ridículo que organismos como el ICO, entre otros muchos de carácter nacional, autonómico o local, llevan años jactándose de su apoyo a emprendedores cuando en la práctica, los créditos no son aprobados porque se supeditan al OK de una estricta entidad financiera. Es más, incluso aunque fueran aprobados luego tardan fácilmente un par de añitos en llegar, con suerte. Ejemplos así hay muchos, como cuando ofrecen una nave que la inmensa mayoría de negocios no requieren, o una oficina cuando para los comercios resulta a menudo innecesaria. En fin.

Esfuerzo. La educación debe estar basada en ello. Hay que transmitirle cuanto antes a nuestros jóvenes desde pequeños que ahora las cosas han cambiado. No basta con tener la ESO para encontrar un tajito. Ya ni por enchufe. Nosotros todavía acostumbrándonos a esta nueva situación y ellos todavía parece que no lo han percibido. Los gobiernos han de instaurar una educación en la que se premie incansablemente la excelencia y el esfuerzo, sin dejar de lado a nadie, pero corrigiendo con firmeza la desidia y el tedio. Tiene que dejar de enmascarar las estadísticas con planes sin sentido y asumir de una vez lo que hay para acometer las reformas adecuadas. Lo cómodo ya no es permisible, es lo que hay.

Capacitación. El esperpento al que estamos asistiendo de minicursos públicos de ridícula duración es la antítesis de lo que debería hacerse. No se puede pretender que con un curso de 1 semana alguien crea que está capacitado para desempeñar una función de especialista en algo. Cojamos el toro por los cuernos de una vez y demos una preparación real de calidad para el empleo en sectores estratégicos. Es necesario invertir de una vez por todas de verdad en los ciudadanos para que levanten con su trabajo este país en el que se ha premiado tan incansablemente el “adormecimiento” del espíritu.

Dice el Art. 13 de nuestra decana “Pepa”, Constitución Española de 1812: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Bonita palabra, felicidad. Como muchos científicos han demostrado, el dinero no da la felicidad, pero sí que la quita el no tener el mínimo para cubrir una vida decente, o la preocupación de no tenerlo mañana. En resumen de esto se trata: conseguir entre ciudadanos, empresarios y gobiernos arreglar este desaguisado para que podamos volver a ser felices teniendo la cartera llena, al menos para el día a día, y la confianza en que la seguiremos teniendo. Felicidad, bonita palabra.

7 comentario en “¿Y ahora cómo salimos de esta? (Parte IV, final): Con gobernantes que favorezcan el desarrollo económico)

  1. Me quedo pasmado de como puede hablar un novato a la alcaldia , de cosas tan profucdas e interesantes, que por desgracia la mayoria del pueblo no leera y los mitines iran los militantes, si no escuchamos a la oposicion ¿como podemos saber si nos gustan sus ideas?

    desde aqui aliento a que Ricardo siga asi, en esa lucha y que si entra de ejemplo:

    1. austeridad en gastos inutiles, …., y hay tela
    2. apoyando al emprendedor para dar empleo, facilitando tramites,…, pero de forma real

    nos vemos el dia de mi cumple,…., ¡¡¡en las urnas!!

  2. Felicidades por tus articulos.

    Yo al final llego a la conclusion de que todo pasa por invertir todos los recursos posibles en LA EDUCACION.
    Fijémonos en los paises nórdicos.

    saludos.

    1. Gracias José Antonio. Efectivamente, todo pasa por la educación, aunque realmente esa es una apuesta a medio plazo que hay que conjugar con otras soluciones para ya.

      Un saludo

  3. Gracias Fran por tu magnífica serie: ¿Y ahora cómo salimos de esta?
    Estoy de acuerdo hasta en las comas que has puesto en el texto.
    Con gente como tú y otras tantas que apoyan estas ideas, adaptadas a la política local, conseguiremos los mejores años de gobierno en Mairena.
    Y sobre todo con Ricardo a la cabeza que entre otros muchos méritos, nos ha sabido ilusionar en este magnífico proyecto que es cambiar Mairena y pasar a la iniciativa en nuestra Andalucía.

    1. Gracias José Luis. Me alegra que hayas seguido la saga.

      Espero que, poco a poco, nos concienciemos todos de que hay comenzar a pensar «distinto» para salir de esta.

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